¿A qué se deben las alergias e infecciones superficiales de los caballos?

Conjunto de caballos

No es de extrañar que, en ocasiones, nuestro caballo se rasque de forma frecuente, a veces contra cualquier objeto. Esta práctica, realizada de forma agresiva, puede provocar irritaciones en su piel, caída del pelo o la aparición de heridas superficiales. Algo que es ciertamente preocupante y que debe ser solucionado lo antes posible.

Para paliar el problema, lo primero es buscar y encontrar el foco de origen, cosa que no es nada fácil y que llegaría a convertirse en una ardua tarea si carecemos de los conocimientos necesarios.

A continuación, con el fin de ayudar y orientar, se exponen las que pueden ser posibles causas a los síntomas anteriormente citados y que tan molestos se resultan, lógicamente, a los caballos:

Ácaros

Los principales causantes de las infecciones, alergias e irritaciones cutáneas suelen ser los temidos ácaros. Normalmente, estos ácaros suelen encontrarse en los alimentos, principalmente en los cereales, y pueden manifestarse mediante pequeños bultos en distintas zonas corporales. Los más comunes son los llamados “ácaros del heno”, que generan esos bultos en la cara y cuello del animal.

Pero no todos los bultos tienen a los ácaros como culpables. Los bultos de las extremidades y abdomen apuntan a la cama como principal sospechoso. Aquellos que surgen en la zona donde se colocan la montura pueden deberse a una alergia a los productos que se utilizan para lavar la silla y demás aperos.

Al igual que ocurre en los humanos, la piel grasa se convierte en un ambiente perfecto para el cultivo de hongos, por lo que aquellos caballos con un pH cutáneo básico son propensos a padecerlos. caballos alimentándose

Hongos

Los hongos también generan una serie de infecciones que causan un picor abrasivo ciertamente molesto, e incluso,  lesiones superficiales. Dentro de estas infecciones fúngicas, la más frecuente es la tiña, que también suele manifestarse en aves.

Sustancias químicas

En el cuidado de nuestros caballos solemos utilizar innumerables productos químicos, ya sea para la limpieza, alimentación, etc. Hay que tener mucho cuidado con los cambios de uso de estas sustancias, ya que puede que ese cambio genere alergias y otros trastornos. Un claro ejemplo lo encontramos cuando usamos útiles de desinfección de las cuadras distintos a los habituales. También es frecuente que los piensos estén químicamente tratados, y su ingesta termine por generar contratiempos y perturbaciones a nivel interno y superficial.

Picaduras

Las picaduras de insectos son, sin duda alguna, una de las cosas más temidas, ya que son frecuentes y muy variables e inciertas. Surgen de forma inesperada y llegan a derivar en problemas muy serios. En cuestión de pocos minutos, el caballo puede pasar de lucir un aspecto totalmente saludable, a estar en condiciones muy críticas. Las reacciones a las picaduras pueden ir desde un simple picor  e irritación, hasta una obstrucción de las vías respiratorias o cosas más severas. ¡Hay que tener mucho cuidado con esto! Las orugas procesionarias y avispas son las principales amenazas.

Normalmente, los antihistamínicos suelen ser la cura, a no ser que nos encontremos ante un caso de picadura excepcional o muy específico.

Alimentación

Como ya se ha comentado anteriormente, muchos de los alimentos que proporcionamos a los caballos están tratados con productos químicos, como aditivos, que desembocan en alergias. No obstante, se ha comprobado que no es usual que los alimentos sean uno de los principales protagonistas de  la mayor parte de patologías alérgicas. Sin embargo, si sospechamos que la culpa recae sobre la dieta, podemos llevar acabo un cambio drástico en la misma, de forma temporal con el fin de contemplar si el problema desaparece, lo que, popularmente, se conoce como “dieta de eliminación”.

yegua y potro

En primer lugar, hay que eliminar todo lo que no sea heno procedente del medio natural y suministrar distintos tipos de forraje. A continuación, observar si los síntomas alérgicos comienzan a desaparecer. Después, se deberá ir introduciendo otros alimentos de forma individual, con el propósito de detectar si el caballo presenta signos de malestar. Si esto ocurre, se ha de eliminar el alimento que los ha provocado y sustituirlo por otra alternativo que le aporte las mismas propiedades nutricionales.

Muchos expertos en la materia apuestan por aunar esta dieta de eliminación junto a distintos test, entre los que destacan el test de Inmunodifusión en el gel de ágar y el análisis ELISA que, a grandes rasgos, consisten en medir las respuestas de los anticuerpos del caballo frente a los ataques de los distintos tipos de alérgenos y agentes infecciosos.

El test de Inmunodifusión en el gel de ágar no detecta la infección hasta que el animal no ha producido anticuerpos, y se caracteriza por desarrollarse durante un periodo de tiempo bastante largo (hablamos de varios días). Por su parte, el análisis ELISA, y más concretamente los de tipo C (ensayo de inmunoabsorción ligado a enzimas de competición) y  SA (ensayo de inmunoabsorción ligada a antígenos sintético), es un test bastante mucho más rápido que solo precisa de unas pocas horas para llevarse a cabo.

Los alimentos que contienen un alto nivel proteico, son susceptibles de ser sospechosos en los procesos alérgicos, aunque no es algo que esté basado en una evidencia científica a la que agarrarse.

Un diagnóstico temprano, como siempre, es esencial para garantizar la salud de nuestro caballo. Es importante no hacer caso omiso, y a la más mínima señal, activar el estado de alerta y observar si los comportamientos anómalos se repiten. Si es así, es muy probable que estemos ante un cuadro de alergia o  se trate de una infección fungicida o acaricida, sin pasar por alto la alimentación.

Cabe destacar que en este artículo se han expuesto distintas alternativas que pretenden guiarnos en la búsqueda del porqué nuestro caballo se rasca excesivamente,  presenta comportamientos anómalos, infecciones en la piel u otro tipo de síntomas. Esto no quiere decir que estás sean, sí o sí, las causas.

Ante cualquier tipo de contratiempo, ya sea de este carácter o no, si existe la posibilidad, es aconsejable acudir a un experto en la materia. Los veterinarios serán los que nos ofrezcan la mejor solución y nos guíen para mejorar los cuidados posteriores e intentar prevenir posibles recaídas.


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