Nos puede dar la impresión de que el caballo es tan fuerte que puede pasar desapercibido los problemas que se le puedan causar en la espina dorsal o espalda. Si bien está preparada para tener una locomoción eficiente en muchas disciplinas deportivas donde se le pide el máximo pueden causarle lesiones o algún problema que se puede corregir y sobre todo debemos evitar.
La espina dorsal del caballo es como un puente suspendido, una estructura de conexión entre las patas delanteras y las traseras, rígida pero algo flexible, terminando en cada extremo en el cuello y la cola, sumamente móviles. Siendo el centro motor cualquier problema le repercutirá.
Saber que el caballo tiene dolor en la espina es difícil de detectar porque los signos son generalmente muy sutiles, y cada caballo puede responder de manera diferente a problemas que parecen idénticos, incluso algunos con el simple hecho de cambiarle la montura ya le produce un dolor.
Cómo detectar problemas en la espina dorsal
Se puede detectar sobre todo por los cambios en el hábito del caballo. Cojeras, molestias al montar el jinete, distracción en los pasos y cambios. Todos estos cambios pueden ser debidos al dolor e incluso la tensión que siente pero visiblemente no podemos detectar una anomalía. Con descanso y medicamentos antiinflamatorios se debería corregir el problema.
Distinto es si tiene una fractura igualmente difíciles de detectar. Por ello hay que examinarle desde la cruz hasta la cola. Poniendo atención a cualquier elevación o protuberancia en los huesos. Evidentemente, son los propietarios y el jinete quien puede sospechar si tiene alguna anomalía en su contacto diario. Inspeccionar la espina dorsal antes de montar un caballo es tan importante como inspeccionar las extremidades.
Otro de los problemas que puede tener son los pinzamientos, se puede detectar porque no querrá ser montado, por la presión adicional del peso del jinete. Con una radiografía se pueden detectar los pinzamientos para así poderlo medicar.