Según un estudio los caballos pueden haber desarrollado una habilidad ancestral e instintiva para interpretar nuestras emociones. Lejos de ser un simple presentimiento de cuidadores y jinetes, hoy existen evidencias sólidas que muestran que el caballo capta señales humanas sutiles como expresiones faciales, tono de voz y postura corporal, y responde en consecuencia. Como animales de presa y altamente sociales, han perfeccionado su sensibilidad para leer el entorno, coordinándose en manada y ajustando su conducta con enorme rapidez.
El estudio realizado por la Universidad de Sussex asegura que los caballos están a la misma altura que los perros a la hora de reconocer las emociones humanas. Sometidos al estudio 28 caballos, el experimento consistió en exponerlos a retratos de humanos con diversas expresiones faciales. Estas reacciones se consideran funcionalmente relevantes porque ajustan el comportamiento del caballo ante posibles riesgos o interacciones positivas.
Reaccionan a las emociones
Señala que la reacción ante los rostros enfadados fue especialmente clara en todos ellos: el ritmo cardíaco se aceleraba en el acto y la tendencia era a volver la cabeza para ofrecer el ojo izquierdo, asegura el director del proyecto.
Por ejemplo, si el caballo ve un rostro enfadado, aumentan sus palpitaciones, gira la cabeza y al humano le devuelve una mirada igualmente amenazadora con su ojo izquierdo. Por el contrario, si reconoce una sonrisa, responde positivamente, se deja acariciar y continúa mirando de frente. Esta lectura rápida puede ayudarles a anticipar manipulación brusca y, por tanto, a protegerse.
Desde hace tiempo los caballos son especies socialmente sofisticadas, pero es la primera vez que se ha podido demostrar su capacidad para saltar la barrera entre especies hasta el punto de poder leer las emociones. Karen McComb, coautora del estudio, señala que los caballos pueden haber desarrollado esa habilidad ancestral, aunque también puede aprenderse y perfeccionarse individualmente con la experiencia.
Por tanto, el experimento sobre el reconocimiento de las expresiones emocionales plantea el dilema: ¿reacción innata fruto de la coevolución con humanos o capacidad aprendida gracias a la interacción constante con los «bípedos»?
Qué observan exactamente: ojo izquierdo y cerebro derecho
Cuando los caballos miran estímulos que consideran amenazantes, tienden a usar el ojo izquierdo, cuya información se procesa en el hemisferio derecho del cerebro, especializado en el manejo rápido de riesgos. Este sesgo lateral explica por qué se giran levemente ante caras airadas y por qué su respuesta fisiológica (latido y tensión muscular) cambia de inmediato.
Además, también leen orejas, ojos y posición de cabeza de otros caballos para inferir qué están atendiendo, coordinándose para localizar alimento o detectar peligros. En situaciones de alerta, algunos individuos pueden bajar la mirada un instante antes de reorientarse, integrando información visual y auditiva para decidir.
17 expresiones faciales equinas y un lenguaje rico
La investigación comparada ha identificado en los caballos 17 acciones faciales (sistema EquiFACS) que reflejan su estado de ánimo; es un repertorio más amplio que el descrito en perros y superior al de algunos primates no humanos. Este mapa ayuda a reconocer microseñales en labios, ojos, ollares y orejas que anticipan intención y emoción.
Empatía, sincronía y atención conjunta
- Reactividad emocional: se contagian involuntariamente del estado de otros (equinos y humanos).
- Sincronía social: coordinan movimientos al trote o galope, clave para la cohesión de la manada.
- Seguimiento de mirada: atienden a dónde mira otro caballo para localizar recursos o riesgos.
Autoconsciencia y espejo
Ensayos con marcas en la cara sugieren que los caballos muestran conductas compatibles con reconocimiento en el espejo a nivel grupal, frotando la zona marcada al verse reflejados. Esto se vincula con procesos de autoconciencia y con su notable sensibilidad social.
Señales prácticas para cuidadores: bienestar y enfado
Indicadores de bienestar: orejas relajadas (hacia delante o a los lados), ojos suaves sin tensión, boca y mandíbula sueltas, postura estable con una posterior en descanso e interacciones amistosas (acicalamiento, juego).
Indicadores de molestia o enfado: cabeceo brusco, cola que golpea el costado, intentos de morder o patear y vocalizaciones intensas; en contextos de amenaza pueden girar la cabeza y orientar el ojo izquierdo.
Voz y rostro: cómo integran señales humanas
Usando el método de violación de la expectativa, se ha mostrado a caballos imágenes de caras felices o airadas seguidas de voces congruentes o incongruentes. Los caballos respondieron a las voces 1,6–2 veces más rápido cuando rostro y voz no coincidían, y miraron al hablante 1,4 veces más si era alguien familiar. Esto indica que integran expresión facial y tono para interpretar emociones humanas. Además, los caballos relinchan y emiten sonidos en varios tonos para comunicar su propio estado emocional.
Hipoterapia y vínculo emocional
En intervenciones asistidas por caballos, estos animales actúan como maestros de la conexión por su gran sensibilidad social. Su presencia favorece un espacio sin juicio, donde las personas pueden expresarse con autenticidad, construir confianza y practicar comunicación no verbal eficaz. La retroalimentación del caballo es inmediata y honesta, lo que refuerza conductas saludables y mejora habilidades emocionales, sociales y de autorregulación.
Olfato emocional: lo que revela el sudor humano
Más allá de la vista y el oído, los caballos también leen señales químicas. Investigaciones con sudor humano recogido durante experiencias de miedo o alegría muestran que, al oler estas muestras, los caballos modulan su sistema nervioso autónomo (cambios en variabilidad cardiaca), evidenciando una transferencia emocional entre especies. Esto ayuda a explicar reacciones intensas cuando la persona que los maneja está nerviosa o relajada.
Bases neuroemocionales: de BUSCA a CUIDA
La neurociencia afectiva ha descrito siete circuitos emocionales básicos presentes en mamíferos: BUSCA (motivación exploratoria dopaminérgica), JUEGO (sociabilidad y aprendizaje de señales), CUIDA (vínculo y oxitocina), MIEDO, IRA, DESEO SEXUAL y PÁNICO/Duelo. Fomentar los circuitos positivos con manejo amable, enriquecimiento y sesiones lúdicas mejora la disposición al trabajo y reduce conflicto y estrés.
La convergencia de estudios conductuales, fisiológicos y neurocognitivos describe a los caballos como lectores finos de nuestras emociones. Entender sus señales y ofrecer interacciones coherentes y respetuosas no solo eleva su bienestar; también fortalece un vínculo humano–caballo más seguro, cooperativo y profundamente enriquecedor para ambas especies.
