Aplicar la técnica de imprinting es educar al caballo desde que es un potrillo mediante una serie de estímulos basados en el tacto para así conseguir que poco a poco tome confianza en los estímulos y le sirva de referente para toda la vida del caballo.
Es decir, su comprensión y manejo exige la aplicación de una técnica o de un arte, por el cual el humano se introduce en un animal lactante, en este caso en el potrillo, inmediatamente después de su nacimiento.
Esta técnica tiene sus ventajas ya que se establecería un vínculo con el hombre, la aceptación del liderazgo humano, eliminación de respuestas indeseables a ciertos estímulos, y una adaptación a las maniobras que se pueden utilizar en la vida del caballo siendo adulto.
Se debería empezar con el imprinting a las dos semanas de vida del potrillo, antes interferiríamos en los lazos con la madre, por lo tanto se recomienda no comenzar antes. Y es que para entenderlo, los primeros días de vida, el potrillo presenta una enorme plasticidad al aprendizaje, de modo que, si el potrillo aprende a tolerar un determinado estímulo, lo continuará haciendo una vez convertido en adulto.
Una vez comenzada la técnica no se debe de abandonar y cumplir todas las etapas con constancia desde el principio. Hay que entender que los caballos que se crían libremente, el potrillo son presentados a los otros animales de la manada, y pronto establece vínculos con ellos. Por lo tanto, es lógico pensar que el potrillo, así como establece un vínculo con los de su misma especie, puede hacerlo con otros individuos, ya sean humanos, o animales de otras especies. Esto es exactamente lo que puede ocurrir y ocurre cuando una persona trabaja con un potrillo tan pronto como éste nace.
El humano tiene que aplicar como primer punto el contacto mediante el masaje hasta que el veamos que el potrillo reacciona a los estímulos mostrando una completa relajación y confianza.