Para mantener en buen estado nuestro caballo hay que tener en cuenta unas rutinas importantes y muy importantes para su salud. El cepillado diario, para eliminar la suciedad, y la limpieza de los cascos para quitarle todo el barro incrustado.
Esta rutina, a la vez que sirve para su limpieza es el momento adecuado para inspeccionar correctamente al caballo y que no sufra ninguna anomalía ni física ni salud. No lleva más de media hora y si adquirimos el hábito de hacerlo, y más si se trata de un caballo que realiza actividades diarias, el equino contará con nuestra supervisión.
Limpiar los cascos es una parte fundamental para realizar la tarea correctamente hay que levantar los pies y manos correctamente para ello deslizamos la mano por la extremidad del caballo, empezando por el hombre o los cuartos traseros, antes de pedirle que la levante.
Con el limpiacascos eliminaremos la suciedad incrustada desde el talón al sáuco porque así evitaremos pinchar la ranilla más sensible, se puede limpiar con un pequeño cepillo y siempre dejando el casco libre de toda suciedad. Hay que realizarlo cuidadosamente pero dejándolo eficientemente limpio para evitar la podredumbre. A la vez que se limpia el casco comprobamos que las herraduras están seguras y que no haya remaches levantados.
El cepillado rutinario o de rigor es aquel mediante el cual se elimina toda la suciedad o barro si lo hubiera en la parte cutánea del caballo evitándole así enfermedades cutáneas. Si el caballo tiene barro seco para eliminarlo hay que cepillarlo pero si el barro está húmedo lo mejor es dejar que se seque. Por el contrario si el caballo está estabulado antes de montarlo hay que darle un cepillado rápido.