Caballo alado: mitologĂ­a, simbolismo y el legado de Pegaso

  • El caballo alado nace de la fusiĂłn de rasgos reales (equino y ave) y encarna libertad, inspiraciĂłn y tránsito entre mundos.
  • Pegaso, ligado a Zeus, Musas y Belerofonte, crea Hipocrene, vence a la Quimera y termina como constelaciĂłn.
  • El motivo del corcel alado es eurasiático (Tianma, Chollima, Ponkhiraj, Tarkshya, Tulpar; Buraq en el islam) y conecta con ritos y dioses de tormenta.
  • Su iconografĂ­a pervive en arte, cine, heráldica y marcas, como emblema de imaginaciĂłn alada y fama que “vuela”.

Pintura de Pegasus, un caballo alado

La imaginación del ser humano es asombrosa. A veces, es tan productiva que construye figuras mitológicas tan bonitas y elegantes como es el caballo alado. Símbolo de la libertad, está muy presente en los mitos, leyendas y tradiciones del mundo, especialmente de Europa y de Asia.

¿Quieres saber cómo se construyó la figura y por qué es tan importante en tantas culturas? Pues vamos allá  .

ÂżCĂłmo se construyĂł la figura del caballo alado?

Estatua de un caballo alado

A día de hoy, podemos encontrar esculturas y representaciones de animales un tanto diferentes. En el Antiguo Egipto, por ejemplo, encontramos a las esfinges, que están compuestas por una cabeza de persona y el cuerpo de un león; en Grecia tienen el centauro, que es una criatura con la cabeza, brazos y torso de un humano y las patas de un caballo; y en Asia, concretamente en Mongolia, construyeron el grifo, cuya parte superior es la de un águila gigante, con plumas doradas, afilado pico y poderosas garras, y la inferior es la de un león, con pelaje amarillo, musculosas patas y cola larga de un reptil.

Con la figura del caballo alado ocurre algo muy similar: está compuesto de elementos que representan partes de animales que existen realmente, como lo son los caballos y las aves. En efecto, esta preciosa figura es la de un equino con unas elegantes alas de un ave voladora. La mente humana, para crear seres fantásticos, combina rasgos reales y los eleva mediante la fantasía; por eso estas criaturas, aunque no existan en la naturaleza, tienen una “realidad interna” muy poderosa en nuestra cultura y en la memoria colectiva.

¿Cuándo se originó?

No está del todo claro cuándo se inventó la figura del caballo alado, pero todos están de acuerdo en que la domesticación del caballo tuvo mucho que ver. ¿Cuántas veces has sentido una sensación increíblemente agradable sólo con ver vídeos de caballos corriendo en libertad? Esa sensación la ha querido experimentar el ser humano desde siempre, pero no como espectador, sino subiéndose encima del animal y dejando que el aire agite el cabello.

Probablemente ese uno de los principales motivos por los que la humanidad comenzó a acercarse cada vez más a estos equinos: para ganarse su confianza y poder recorrer juntos los senderos, disfrutando de la experiencia. Poco después se empezaron a usar en la guerra, tal y como comentamos en este artículo. Menos mal que actualmente ya casi no se usan para ese fin.

Desde un punto de vista histórico-comparado, la idea del caballo alado apareció en varias civilizaciones de la Antigüedad del Cercano Oriente y Anatolia, y se difundió hacia Asia Menor y Grecia. La figura se fue cargando de simbolismos (tormenta, velocidad, guía espiritual) y, con el tiempo, quedó asociada a héroes y dioses. Para muchos especialistas, este desarrollo nace de imágenes rituales del caballo y de la observación de aves veloces, cuyo atributo de las alas se convirtió en metáfora de la rapidez y la elevación.

En ese proceso creativo, el caballo alado expresa la aspiración humana de trascender: subir más alto, viajar entre mundos y superar límites. No es casual que en tantas tradiciones el caballo ayude a cruzar fronteras simbólicas como el agua (ríos, mares), un motivo ampliamente extendido en relatos indoeuropeos y chamánicos.

Caballo alado: mitologĂ­a y simbolismo

Simbolismo del caballo alado

Una figura de un caballo alado en un ciudad

En mitología y religión, el simbolismo del caballo alado indica que es un animal ctónico y psicopompo, es decir, que hace referencia a los dioses o espíritus del inframundo, y además conduce las almas de los difuntos hacia la ultratumba, cielo o infierno. Ello lo puede hacer sin dificultad pues es ligero y puede elevarse. Aunque esto no es todo.

En prácticas chamánicas, el chamán monta un animal alado para pasar por diferentes estados de consciencia. Desde la Edad Media hasta el Renacimiento fue símbolo de sabiduría y de renombre. Para muchos poetas, el caballo alado encarna la “imaginación alada”, la potencia creativa que sube del mundo sensible al mundo de las ideas; de ahí que el manantial de la inspiración poética se asocie a su casco. En la cultura clásica se dice que anuncia la esperanza al conducir el carro de la aurora, figura luminosa que precede a un nuevo día.

Más allá de lo literario, también representa la domesticación de fuerzas naturales: lo instintivo (el caballo) unido a la elevación (las alas) bajo el gobierno del discernimiento. Por eso, en muchas artes y emblemas, el caballo alado alude a la fama que “vuela”, a la inspiración que asciende y al poder de convertir las pasiones en impulso creativo.

¿Cuándo se representó por primera vez?

Las primeras evidencias de caballos con alas pertenecen a la Antigüedad oriental, en contextos culturales de Anatolia y áreas próximas, y la idea se extendió posteriormente hacia Asia Menor y el mundo griego. En Grecia, la criatura cobró enorme relevancia: aparece en poesía, cerámica, relieves y esculturas. El más conocido es Pegaso, pero no fue el único. Platón, por ejemplo, describió en el mito de la Atlántida carros tirados por caballos alados en el templo de Poseidón, lo que muestra que la imagen era familiar a los griegos.

En la literatura sagrada de la India, los corceles de Indra se describen con atributos extraordinarios, y en versiones tradicionales se habla de caballos alados de gran velocidad, con pelajes contrastados, que tiran de carros resplandecientes. En la tradición nórdica, las valquirias (elegidoras de los caídos heroicos) aparecen a veces montando caballos voladores o “caballos de la nube”, una transposición de los lobos alados de relatos más antiguos.

La mitología comparada ha observado que el caballo alado está presente en buena parte de Eurasia: los caballos alados de Tarquinia entre los etruscos; Tianma en China; Chollima en Corea; Ponkhiraj en Bangladés; Tarkshya en la India; o Tulpar entre los pueblos túrquicos, por citar algunos. En el mundo islámico, Buraq es una montura celeste con rasgos equinos que facilita el ascenso, y suele compararse por función con Pegaso, aunque su simbolismo es propio.

Respecto al origen griego de Pegaso, hay propuestas que lo vinculan a un antiguo dios de la tormenta venerado por pueblos anatolios, cuyo nombre se parece fonéticamente al de Pegaso y alude al “rayo”. Esa lectura encaja con la función del caballo alado como portador del trueno y el relámpago en manos de Zeus. Otras lecturas lo interpretan como ser plenamente imaginario surgido de la fusión entre la velocidad del caballo y la elevación del ave, una invención que se refrendó en múltiples regiones.

Pegaso, el caballo alado más conocido

Estatua de un caballo alado

Cuando hablamos de caballos alados enseguida nos viene a la mente un nombre: Pegaso. Según la mitología griega, nació con su hermano Crisaor de la sangre de la gorgona Medusa decapitada por el héroe Perseo. Tenía un cuerpo robusto y ágil, protegido por un pelaje de un magnífico color blanco.

Los poetas greco-romanos decían que montó al cielo tras su nacimiento y se puso al servicio de Zeus, quien era el rey de los Dioses. Zeus le encargó llevarle el relámpago y el trueno sobre el monte Olimpo. Hay tradiciones que señalan que Atenea entregó a Belerofonte una brida de oro para domarlo, y que el héroe lo capturó cerca de la fuente Pirene.

Con Pegaso, Belerofonte logró derrotar a la Quimera, una bestia de múltiples cabezas que asolaba Licia, y obtuvo también victorias contra las Amazonas. Cuando el héroe intentó ascender al Olimpo montando sobre el corcel para convertirse en un dios, Zeus, molesto por la osadía, envió un diminuto tábano para que picara a Pegaso; la sacudida hizo caer a Belerofonte, que quedó lisiado y condenado al retiro.

Pegaso es asimismo el creador del manantial Hipocrene, que hizo brotar de un golpe de casco en el monte Helicón, asociado a las Musas y a la inspiración poética. En otros relatos, conduce el carro de la Aurora, que antecede a la salida del Sol e introduce el simbolismo de la esperanza que llega tras la oscuridad. Con el tiempo, fue transformado en una constelación visible en el cielo nocturno, emblema de la elevación del espíritu.

Un apunte interesante: no hay consenso absoluto sobre si Perseo cabalgó a Pegaso. Algunos mitos dicen que Perseo volaba con sandalias aladas regaladas por Hermes; sin embargo, desde muy pronto también existieron representaciones en las que Perseo aparece sobre un caballo identificado como Pegaso. Esta convivencia de variantes es típica de la mitología clásica.

Pegaso en el arte, la cultura y la heráldica

La figura del caballo alado ha inspirado pintura, escultura y cerámica desde la Antigüedad, y su presencia continuó durante el Renacimiento y épocas posteriores. En la cultura contemporánea aparece en películas de fantasía y adaptaciones de mitos clásicos; en la animación popular, Pegaso es presentado como compañero de héroes. En el ámbito de las marcas, una productora cinematográfica icónica utiliza un pegaso como logotipo, asociándolo a majestuosidad e imaginación.

Su estela llega también a la heráldica y la simbología militar: unidades aerotransportadas británicas adoptaron la imagen de Belerofonte a lomos de Pegaso como insignia durante la Segunda Guerra Mundial, y un puente estratégico normando pasó a ser conocido como “Puente Pegaso”. En el terreno cívico, la región italiana de Toscana exhibe en su bandera un caballo alado, señal de identidad y orgullo local.

El imaginario popular recoge múltiples guiños a Pegaso: desde series y manga donde una armadura o constelación de Pegaso marca a un protagonista, hasta referencias de artistas icónicos que lucieron su figura como emblema de libertad. Estas irrupciones demuestran que su poder simbólico se mantiene vivo y adaptable.

Parientes y equivalentes del caballo alado

La criatura griega tiene paralelos y equivalentes en numerosas culturas. Además de los ejemplos etruscos de Tarquinia, destacan Tianma en China (caballo celestial), Chollima en Corea (corcel de paso tan veloz que no puede montarse), Ponkhiraj en Bangladés, Tarkshya en la India (asociado al Sol) y Tulpar en tradiciones túrquicas. Aunque cada uno posee rasgos propios, todos comparten la idea de un equino que trasciende los límites del mundo terrenal.

En la India, antiguos ritos como el Ashvamedha y relatos sobre los Aśvins o sobre la encarnación final de Vishnu (Kalki, un caballo blanco, un caballo blanco justiciero) refuerzan la relación entre caballo, soberanía, renovación y luz. En el islam, Buraq es una montura luminosa que facilita el viaje místico y la aproximación a lo divino: su función de elevación dialoga con la de Pegaso aunque pertenezca a un horizonte simbólico diferente.

Bajo todos estos relatos subyace una constante mítica: el caballo como psicopompo y viajero de fronteras, capaz de cruzar el agua, el cielo o el umbral del más allá. En clave espiritual moderna, el caballo alado suele representar la trascendencia, la libertad interior y el impulso creativo que conecta la mente con el espíritu.

Preguntas frecuentes

¿Qué simboliza un caballo alado en distintas tradiciones? Resume la trascendencia, la libertad y el tránsito entre cielo y tierra. En Grecia, Pegaso se asocia a la inspiración poética y al rayo de Zeus; en el islam, Buraq expresa ascensión y proximidad a lo divino.

¿De dónde procede el nombre “Pegaso”? Una etimología popular lo vincula al término griego para “manantial”, aludiendo a la fuente Hipocrene. Otra propuesta lo relaciona con un antiguo epíteto anatolio del “rayo”, en consonancia con su papel como portador de truenos.

¿Perseo cabalgó a Pegaso? Hay versiones que lo muestran cabalgándolo y otras en las que vuela con sandalias aladas. En la iconografía antigua conviven ambas líneas, lo que es habitual en los mitos clásicos.

¿Existen caballos alados fuera de Grecia? Sí: las tradiciones etrusca, china, coreana, india y túrquica —entre otras— presentan equinos alados o celestes. Su presencia extendida sugiere un motivo común: el caballo como guía, mensajero o vehículo de elevación.

Desde su nacimiento mítico hasta su presencia en el arte moderno, el caballo alado condensa libertad, inspiración y dominio consciente de la energía. Pegaso y sus equivalentes muestran cómo una imagen puede traspasar culturas y épocas, hablándonos de la capacidad humana de elevarse sin perder contacto con la tierra.

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