
La alimentación de un caballo en activo que compite en distintas disciplinas no puede seguir la misma dieta que un caballo de ocio. Una dieta óptima permitirá que el equino esté en condiciones ideales y así su salud no se verá afectada durante su carrera deportiva.
Un caballo entrenado para competir lleva su metabolismo al límite y el músculo es llevado a plena tensión; por tanto, se requiere una alimentación diseñada a medida y exclusivamente para él. No hacerlo significará trastornos nutricionales y metabólicos.
La alimentación es una ciencia que incluye la selección y combinación de ingredientes y suplementos, prácticas de alimentación, seguimiento, evaluación y adecuación de las dietas. Hay que invertir en las dietas; todo profesional que tiene un caballo en competición lo sabe: un caballo por el cual se ha invertido mucho dinero no puede tener una alimentación inapropiada porque no le permitirá expresar y desarrollar su potencial genético.
Uno de los conceptos más importantes en cuestiones de alimentación es la energía. La cantidad de energía ingerida a través de los alimentos será decisiva, tanto para mantener una condición corporal correcta como para proveer al caballo de reservas energéticas suficientes para afrontar la dura competición.
También hay que tener en cuenta en qué disciplina compite y cuál es la verdadera demanda física. No es lo mismo alimentar a un caballo de carreras, cuyo esfuerzo es muy intenso en un periodo muy corto, que a un caballo de raid, donde el esfuerzo es menos intenso pero mucho más prolongado.
Por ejemplo, si la energía ingerida es menor que la necesaria para el trabajo, el caballo padecerá pérdida de peso; mientras que si la energía ingerida es superior a la requerida el caballo engordará. En el ejercicio suben los requerimientos de energía, agua, minerales como calcio, fósforo, cloro, sodio, potasio, y las vitaminas E y C.
Fibra y forraje: el pilar de la ración deportiva

El caballo es un herbívoro con un estómago pequeño y un intestino posterior muy desarrollado. Por ello, la fibra debe representar como mínimo el 1,5–2% del peso vivo en heno/forraje al día (7,5–10 kg para 500 kg), pudiendo aumentar según tolerancia, calidad y condición. Forrajes cortados precozmente aportan más energía y proteína.
Disponer de forraje la mayor parte del día garantiza un tránsito regular, una flora intestinal equilibrada y un notable relajamiento mental. Masticar 1 kg de heno ocupa ~40 minutos, frente a ~10 minutos por 1 kg de pienso, reduciendo aburrimiento y estereotipias en box. Mantener el estómago con forraje y salivación ayuda a prevenir úlceras.
En competición, muchos caballos necesitan entre 1,5 y 2,5 kg de forraje por cada 100 kg de peso según edad, estado y trabajo. La calidad importa: color verde, olor fresco, sin polvo ni esporas, textura crujiente y humedad <15%. Almacena en lugar seco, ventilado y limpio.
Carbohidratos y almidón: energía rápida con control

Los cereales aportan almidón (50–70%), convertido en glucosa para esfuerzos cortos e intensos. Debe limitarse para evitar diarreas, cólicos o úlceras. Divide el pienso en varias tomas y no superes ~0,5% del peso vivo por comida (~2–2,5 kg para 500 kg). La avena es más segura; la cebada es más energética; el maíz es muy denso y requiere prudencia.
Horarios típicos: 2–3 comidas de pienso/día con heno ad libitum. Evita trabajar justo tras ingerir concentrados y no dejes al caballo en ayunas: una pequeña ración de heno (≈2 kg) antes del esfuerzo ayuda a proteger el estómago.
Grasas y aceites: resistencia sin “calentar”
Parte del almidón puede sustituirse por lípidos (aceites de linaza, colza, etc.), ricos en omega 3 y 6, mejorando la resistencia con menor impact o digestivo. El sistema enzimático requiere adaptación progresiva de semanas; ideal introducirlos antes de la temporada. Suelen emplearse más en raid y CCE que en disciplinas de explosión.
Antes y después de competir: pautas clave

No ofrezcas grandes raciones de pienso justo antes del trabajo/competición para reducir el estrés. Aporta forraje moderado previo, agua fresca y, en calor, electrolitos en pequeñas dosis antes y después. Deja un bloque de sal siempre disponible. Tras esfuerzos intensos, un mash tibio facilita rehidratación y tránsito.
Forrajes y sustitutos que suman
Además del heno, pueden emplearse henolajes, pellets de heno multiespecie, pulpa de remolacha (superfibra de alta digestibilidad) sola o con alfalfa. Úsalos para aumentar fibra, mejorar calidad o ayudar a ganar peso y masa. La pulpa siempre hidratada y como complemento, no sustituto total del forraje.
Piensos, tipos y transición segura

Existen piensos completos (incluyen fibra) y complementarios (núcleos para mezclar con forraje). Busca fórmulas con proteína adecuada, antioxidantes, prebióticos, omega 3/6, vitaminas y oligoelementos. Para caballos que se “calientan”, prioriza energía de fibra y grasa frente a almidón; para impulsos rápidos, usa fuentes de liberación rápida con moderación.
Transiciones en 7–14 días: empieza con 25% del nuevo y 75% del antiguo, observando heces, apetito y conducta. En caballos de tiro o trabajos muy largos, añade aceites para resistencia; limita el grano por toma (≈2–2,3 kg).
Proteínas, energía total y micronutrientes
En deporte medio–alto, la proteína total suele moverse entre 10–14%. Caballos en alta competición pueden requerir en torno a 30–35 mil kcal/día, ajustando según condición corporal. Mantén la relación calcio:fósforo equilibrada (≈2:1) y refuerza vitamina E y antioxidantes en trabajos intensos.
Para sostener la eritropoyesis en cargas altas, cuida el aporte de cobre, cobalto y vitaminas del grupo B. El hierro solo debe suplementarse si existe deficiencia diagnosticada. No olvides selenio (en equilibrio con vitamina E) y sodio (sal siempre disponible).
Suplementación: cuándo sí
Usa suplementos cuando la dieta no cubra demandas o en fases concretas: apoyo muscular (aminoácidos), control de calambres/rabdomiolisis (vitamina E/selenio), aceites omega para recuperación e inflamación, calmantes no dopantes para nerviosismo, articulares (MSM, glucosamina), digestivos (pre/probióticos), casco (biotina), multivitamínicos e electrolitos proporcionales al sudor.
Reglas básicas de manejo alimentario

- Varía y equilibra la dieta: no solo hierba o solo pienso.
- Ofrece muchas comidas pequeñas; nunca más de 8 h sin alimento.
- Establece rutina de horarios estables.
- Evita cambios bruscos de dieta.
- Agua limpia y fresca siempre; priorízala antes del pienso.
- No trabajar ni viajar justo tras comer concentrados.
- Almacén y comederos limpios; heno seco y sin moho.
- Controla la calidad de todo lo que ofreces.
Cuánta comida dar: guías por trabajo y tamaño
Como orientación, caballos >1,50 m: 12–14 kg de comida total/día; <1,50 m: 11–12,5 kg (ajusta según condición y disciplina). Reparto forraje/pienso según trabajo:
- Mantenimiento: 70–100% forraje, 0–30% pienso.
- Poco trabajo: 60–70% forraje, 30–40% pienso.
- Trabajo medio: 50–60% forraje, 40–50% pienso.
- Duro/competición: 40–50% forraje, 50–60% pienso.
- Alta resistencia: 30–40% forraje, 60–70% pienso con más grasas.
Riesgos metabólicos a vigilar
Infosura (laminitis): alteración vascular en láminas del casco, a menudo por desequilibrios y sobreesfuerzo en firme. Rabdomiolisis: daño muscular post-ejercicio con dolor en grupa, temblores y orina oscura. Cólicos por mala alimentación: hipomotilidad y deshidratación por pérdidas hidroelectrolíticas o errores de manejo.
Síndrome de agotamiento: shock, deshidratación severa y fallo termorregulador. Hipertermia: mecanismos de disipación sobrepasados en calor/humedad altos, con hiperventilación y ataxia. La prevención pasa por raciones equilibradas, agua, electrolitos y enfriado efectivo.
Recuperación y bienestar integral
Además de la nutrición, el tiempo al aire libre, la socialización, el control veterinario (vacunación y desparasitación) y una hidratación 24/7 con acceso a sal son determinantes. Los premios (zanahorias, manzana) pueden usarse con moderación. Ajusta la dieta a la disciplina, revisa la condición corporal cada 2–3 semanas y registra ingestas y entrenamiento para afinar decisiones.
Una estrategia que priorice fibra de calidad, controle el almidón, utilice grasas de apoyo y cubra electrolitos, vitaminas y minerales, adaptada a la disciplina y al individuo, es la base para sostener rendimiento sin comprometer la salud.