Los caballos también tienen sus leyendas que se han ido manteniendo en el tiempo, sobre todo si hablamos de los caballos blancos, míticos y casi divinos a los cuales le rodea historias mitológicas.
Los celtas
La antigua población tan misteriosa como la de los celtas honraba a este tipo de caballos. Cuando uno de estos ejemplares fallecía eran enterrados para evitar que ningún animal devorara sus restos y así tuviera un entierro digno. Llegaron a ser consagrados como símbolo de fertilidad. Los jefes de los distintos clanes realizaban una especie de ritos en los cuales si estaba presente una yegua blanca esto traería paz y prosperidad para toda la población.
Los persas
Este grupo de conquistadores le dieron un papel más religioso que místico. En la población de Cilicia, todos los días debían regalarle al rey uno de estos ejemplares ya que según sus creencias era la encarnación del dios de la luz conocido como Mithra, dueño de todos los verdes pastos. Este dios era representado con un carruaje de cuatro esbeltos caballos blancos que a su vez eran inmortales. En ocasiones, llegaban a sacrificar a estas criaturas en dedicación al dios mencionado anteriormente.
Los hindús
Este pueblo también honraba a los caballos blancos. Antiguamente, el sacrificio de uno de estos ejemplares era símbolo de prosperidad para el reino. La tradición consistía en dejar libre a un corcel blanco, el más majestuoso y bellos del reino en dirección nordeste. El hijo del rey, heredero al trono, acompañado de jóvenes guerreros, debían seguir sus pasos durante un año entero.
En ningún momento debían quitarle su libertad y ni mucho menos dejar que se acercara a ninguna yegua. Sus pasos eran sagrados y cada lugar por el que pasara sería del soberano y a su vez representaba el sol. Tras pasado el año, los jinetes conducían al caballo de vuelta al reino, acercándose hacia una muerte inminente. Esta tradición se practicaba acercado el fin del reinado del rey cuyo fin de que este transmitiera a su hijo heredero la gloria, el reinado y todo su territorio.