En torno al caballo blanco hay muchas leyendas y mitos. Muchos son los caballos blancos que forman parte de la historia, verdadera o mitológica. En cada país consideraban al caballo blanco como algo sagrado y muy importante en varias culturas llegando incluso a ser venerados. Otros incluso fueron célebres por sus hazañas que se han ido contando a lo largo de la historia.
En Persia eran muy importantes en el ámbito religioso. Los habitantes de Cilicia debían darle uno al día al rey persa que era la encarnación de Mithra, el dios de la Luz y el dueño de los vastos pastos. Mithra conducía un carro tirado por cuatro caballos blancos inmortales. Los caballos blancos eran sacrificados en un culto dedicado a este Dios.
En China las yeguas blancas de Kubilay Khan, nieto de Gengis Kan y el primer emperador chino, fundador de la dinastía del Yuan eran veneradas. En la fiesta blanca de la primavera reunían mil caballos blancos y puros y nadie podía pisar el terreno por el cual las yeguas pasaban.
El caballo blanco en la antigua India se sacrificaba con el fin de asegurar la prosperidad en el reino. Y los Celtas honraban a sus caballos dándoles sepultura, además las yeguas eran todo un símbolo a la fertilidad.
Sin ninguna duda uno de los caballos blancos mitológicos y más célebres es Pegaso, el caballo blanco alado de los dioses griegos, al ser montado por Zeus, el que gobernaba cielo y tierra y la pesadilla para Belerofonte que no paró hasta conseguirlo montar y protagonizar las hazañas mitológicas más conocidas de Pegaso, al ser uno de los caballos más veloces de todos los tiempos.
En nuestro país contamos con el caballo blanco de Santiago, que dicen fue el paladín de aquel «¡Santiago y cierra España!» con el que se hizo la Reconquista y más tarde la Conquista de América. El considerado el caballo de los milagros y las grandes hazañas.